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Sugiero comenzar por el principio ;)

sábado, 23 de noviembre de 2013

Par de relatos

Hola!! Llegando a fin de año creo que por fin voy a ponerme las pilas con el blog :B
Hoy comparto con ustedes un par de cuentitos breves que escribimos con el Cochineitor en la clase de lingüística. La consigna era usar las palabras "revólver/revolver/sería/seria/viaje/viajé/el/él" y, sin una charla previa, salió esto.

“Sin hablarnos ni mirarnos, simplemente, nos encontramos”

La puerta 35
 –Gallardo, Rubén–

   El revólver  fue lo único que quedó. Él estaba tirado y ella, seria con arma en mano.
   Debí suspender mi viaje porque un caso muy urgente había surgido en un departamento del centro de la ciudad. Intenté llamarla pero extrañamente la llamada entró al buzón. ¿Estaría ocupada? ¿Sería eso o algo sucedió?
   Después de varios intentos llegué al departamento y me arriesgué a subir solo. El edificio estaba vacío, todos desalojaron el lugar por el estruendo del disparo.
   Con gran sigilo subí las escaleras y llegué a esa puerta, la puerta 35. La abrí gritando –las manos en alto y suelte el arma-, y mi cuerpo se paralizó.
   Mi mente comenzó a revolver situaciones y empezaba a entenderlo todo. Ella tenía el arma apuntando en su cabeza y con ojos fríos y la boca seca dijo “te amo”. Y disparó.
   Desde allí viajé a todas partes sin llegar a ningún sitio. Es por eso que me dejo caer a este abismo congelado con mis ojos mirando al cielo. Mientras el agua se hace mi confidente y la luna desfigurada -con su resplandor-, me regala la esperanza de volver a encontrarla.

Una mirada seria
–Insaurralde, Jandra–

   ¿Quieren saber el verdadero motivo de mi viaje? Pues entonces se los contaré.
   Cierta madrugada, me desperté sabiendo que sería un día fuera de lo común. El perro ladraba estruendosamente y eso me quitó el sueño antes de la llegada del amanecer. Cuando bajé por las escaleras me encontré con un viejo amigo muy ocupado en revolver mis pertenencias. Con un paso titubeante pisé el último escalón que crujió bajo mi peso. Al instante, se dio cuenta de que lo estaba observando así que me miró y sonrió. Yo solamente le devolví una mirada seria.
   Me dijo que no me preocupara, que no me haría daño porque había venido a buscar algo que era suyo y luego se iría –el daño ya estaba hecho.
   Esta vez, la que sonreí fui yo. Descubrí el revólver que traía escondido bajo la bata, susurré “te amo”, y disparé –te amé-, dejó de moverse.

   Nadie me quitaría el secreto que ocultaba en la caja  fuerte de la sala de estar, ni siquiera él. Es por eso que viajé hasta aquí, para escaparme del pasado.
FIN

2 comentarios:

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