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Sugiero comenzar por el principio ;)

miércoles, 2 de mayo de 2012

CARTAS EN SOLEDAD DE UN POETA CUERDO-Segunda intromisión: De cómo conoció a la luna.

Hola!!!escribo para continuar la entrada anterior...que anden bien!!!


“Querida Cecilia:
                              Hola, vengo a romperte el corazón…”

-Mucho me temo, que al final de mis sentimientos, será ella quien me rompa el corazón a mí. ¿Cómo podría, pues, un ser cercano a la perfección, amarme a mí, que soy solo un hombre? Ella, con su gracia de mariposa y su sonrisa primaveral que me templa el corazón al recordarla en los fríos días de invierno. Además, a veces no es bueno ser tan sincero con una dama, porque a las damas de hoy no les importa en absoluto si un muchacho tiene el corazón de caballero o es un embustero inmoral. Pareciera que a ellas les gustan las mentiras, las promesas falsas y que jueguen con sus sentimientos en cuanto están atrapadas en las redes de los abominables que las engañan con palabras dulces y besos sin sabor. Sin embargo, mi tierna dama no es de esas, ella es suave, como el rocío matinal; verdadera, como las flores de los tréboles en los prados de la vieja tierra del Éire. Ella…

 El poeta giró sobre sí al escuchar el crujir de la ventana que quedaba frente a la silla y al papel con pocas líneas negras escritas con tinta aún sin secar. Quedó sorprendido al darse cuenta de que se había levantado a mitad del soliloquio y había comenzado a caminar en círculos.

-Ya me cansaste con esos largos discursos nocturnos sobre la belleza sin igual de la joven Cecilia, ella debe sentir en sus huesos la intensidad de tus pensamientos. No me sorprendería que en sus pesadillas las protagonistas fueran tus gafas. Alguna que otra vez podrías hablar sobre fútbol…o sobre caracoles, son bonitos también, mi hermano se comió uno el otro día, dijo que saben a pollo.

 El muchacho dejó escapar un suspiro, se quitó los anteojos, los limpió con el fino paño de su camisa y se los volvió a colocar. Enfocó su mirada en los grandes ojos de la luna que había entrado dejando detrás de sí a la noche oscura y a las estrellas solitarias. Le sonreía como el primer día que la vio entrar, sin pedir permiso, por la abertura que dejaban las persianas abiertas en la pared.
El poeta nunca había tenido amigos en los que confiar ni parientes a por los cuales sentir afecto, excepto la tía Julieta, que lo había acogido en su casa para que él tomara nuevos aires y estuviera más cerca de la Universidad. Es por eso, por la falta de contacto con personas, que se sintió horrorizado al encontrarse con una figurilla graciosa que lo contemplaba cuando entró a su habitación luego de tomar un baño, dispuesto a descansar.

-No estaría mal que le pongas rejas a esa cosa- dijo ella señalando a la ventana-, se te pueden colar los gatos del Señor García y llenarte el colchón de pelos.-la niña le tendió una mano- Soy Mey, pero podés decir que soy la luna, me gusta salir después de que se esconde el sol aunque eso no le agrade en absoluto a mamá.- El poeta le correspondió el saludo y en ese momento comenzó a saber lo que era la amistad.

Desde esa noche, la luna venía a menudo a interferir los pensamientos del joven que a veces no lograba conciliar el sueño por imaginar a una chica real.

- Es que necesito decirle, ella tiene que saber.

Se sentó y escribió.

“Cecilia:
               Hola. Me gustaría saber en qué piensa tu mente, y decirte que no pasa un día en el que no piense en vos, en lo perfecta que sería la vida si me dejaras darte tanto y cuanto quieras, cuidarte y comprenderte. No estoy seguro de que en el mundo pueda existir alguien más loco que yo, capaz de amarte con el alma y corazón al punto de pensar en vos más que en mi, al punto de desear tu felicidad más que la mía, de imaginar tu sonrisa y ser feliz. ¿Tuviste la experiencia de que alguien te llene de miel los oídos (no literalmente, eso sería repugnante), que te diga muchas cosas sobre el amor, y aún así tu corazón sintiera que una pared áspera estaba tratando de acariciarlo; y que alguien más, con una mirada, te elevara el alma a los cielos como con una ráfaga de aire? ¿Que las ilusiones son reales cuando escuchás su risa y el mundo exterior no importa cuando pensás si le gusta más el queso o la manteca? Debo decirte, Cecil…”

-Debo decirte que sos cruel.-La luna alborotó el cabello del muchacho y se fue por la ventana, algo desilusionada.

El poeta perdió el hilo, arrugó la hoja y la dejó caer en el suelo. En la esquina de una hoja ya escrita anotó “Ceci. Hola. ¿Cómo estás?”

<<No puedo creer que haya olvidado hacerle la pregunta de rigor, las mujeres son criaturas extrañas>>.